Que
difícil es salir del agujero cuando son mis manos las que
constantemente tienden a escarbar en el suelo buscando tu sonrisa.
Cuando
todo gira en contra y mis suspiros se empeñan en gritar tu nombre.
Cuando
nuestros caminos se bifurcan y yo sigo dejando tres mil seiscientas
cuarenta y ocho caricias repartidas en la carretera con esperanza de
que las veas, te pares y las recojas.
Cómo
decirte que quiero formar parte de todo lo que tenga que ver contigo,
que
compartas conmigo tus derrotas y también tus victorias.
Comparte
conmigo tus viajes, tus pesadillas, tus madrugadas eternas.
Deja
que ordene tus desastres, que me aprenda tus vicios,
que me discuta
con tus manías, y que negocie con tus defectos.
Deja
que te robe parte de la manta, que me coma la mitad de tu plato,
déjame observarte al dormir,
al concentrarte, déjame ser tu
brújula y deja que te convierta en mi mapa.
Deja
que me aprenda tus canciones favoritas, y que te cante las mías.
Deja
que te acompañe a los recados, que te meta prisa, que me encariñe
de tu tranquilidad.
Comparte
conmigo tus metas, también tus caminos, y déjame a cambio que te
escriba versos inacabados,
versos
infinitos.
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