Que largos se me hacen los Domingos sin ti,
como pesan, y no pasan,
tirada en la cama con Maldita Nerea de fondo,
recordandome lo grande que me hacía tu mirada, bueno más bien tu sonrisa,
esa por la que perdí los papeles sin a penas conocerte,
por la que lo apostaría todo para verla siempre curvada hacía arriba y por la que mataría a quién intentase lo contrario.
Eras tú, tenías que ser tú, de echo la idea no se ha extinguido, pero tú si te has extinguido, y todos los planes de futuro se han ido contigo,
y yo, bueno, yo vuelvo a estar aquí rodeada de insomnio
y de palabras que renacen para volver a desaparecer
cuando suene la alarma.