Pequeñas bombas en mi vida.

Me alimento de la música, compuesta de versos; son como bombas a pequeña escala que, no rompen cualquier cosa y de cualquier manera, sino que rompen puertas cerradas que deberían estar abiertas, rompen recuerdos que no merecen existir, los días sin actitud de vivir.

miércoles, 15 de marzo de 2017

Déjame.


Que difícil es salir del agujero cuando son mis manos las que constantemente tienden a escarbar en el suelo buscando tu sonrisa.
Cuando todo gira en contra y mis suspiros se empeñan en gritar tu nombre.
Cuando nuestros caminos se bifurcan y yo sigo dejando tres mil seiscientas cuarenta y ocho caricias repartidas en la carretera con esperanza de que las veas, te pares y las recojas.
Cómo decirte que quiero formar parte de todo lo que tenga que ver contigo,
que compartas conmigo tus derrotas y también tus victorias.
Comparte conmigo tus viajes, tus pesadillas, tus madrugadas eternas. 
Deja que ordene tus desastres, que me aprenda tus vicios, 
que me discuta con tus manías, y que negocie con tus defectos. 
Deja que te robe parte de la manta, que me coma la mitad de tu plato, déjame observarte al dormir, 
al concentrarte, déjame ser tu brújula y deja que te convierta en mi mapa. 
Deja que me aprenda tus canciones favoritas, y que te cante las mías. 
Deja que te acompañe a los recados, que te meta prisa, que me encariñe de tu tranquilidad.
Comparte conmigo tus metas, también tus caminos, y déjame a cambio que te escriba versos inacabados, 
versos infinitos. 

Déjame formar parte de tu vida y yo a cambio te regalo la immortalidad.

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De febrero a febrero.

He dejado la puerta abierta con café recién echo en la cocina, 
mil arrugas en el sofá, y el envase de pizza vacío en la encimera, 
no hay ni un vaso por fregar, pero sí unas cuantas latas que tirar. 
He dejado una nota en la entrada, 
" te he echado de menos " 
para que la leas al pasar, 
miles de besos que he tenido que endeudar de Febrero a Febrero, 
y un '' feliz navidad '' que me tuve que guardar. 
Te espero aquí, donde siempre. 
Destapada para que me arropes cuando llegues. 
Con la esperanza de levantarme y encontrarme tu desayuno echo, 
el de siempre, con mucho aceite y el mio sin ajo, porfavor. 
He dejado las ganas de volver a ser una niña para cuando vuelvas, 
y las cosquillas que me hacías en los pies grabadas en la manta. 
He dejado mil te quieros repartidos por la calle, 
esperando que los fueras a buscar, 
solo para verte una vez más con la la sonrisa vertical y la bolsa del pan.

Pero no estás, 
y lo peor no es eso. 
Lo peor esque sé que tampoco vas a volver,
aunque puedo prometerte que en mí, 
siempre te tendré.

Y lo siento, siento ser tan egoísta al sentirme culpable,
por no haber podido regalarte la immortalidad.